Julio Iglesias: el vencedor de Benidorm

Hasta hace siete años, JULIO IGLESIAS en lo que menos pensaba era en la música. Su tiempo lo dedicaba por entero a sus estudios de abogado y a su gran pasión: el fútbol.

En este deporte mostró siempre condiciones excepcionales jugando en el puesto de guardavallas, condiciones que lo llevaron a defender el arco de REAL MADRID e incluso a ser preseleccionado español para defender los colores de su país en el Campeonato Mundial que se efectuó el año 1962 en Chile.
Cierto día que se dirigía justamente a un entrenamiento con su equipo, tuvo un accidente que lo imposibilitó seguir con su carrera deportiva.

Con un espíritu admirable se dedicó a estudiar con ahínco, y no bien pudo levantarse, rindió sus exámenes para recibirse de abogado, lo que logró con distinciones.

Recibió una guitarra de regalo y poco a poco comenzó a dominar el instrumento y hasta a componer algunas canciones.

Casi como una humorada, envió su última composición, «La vida sigue igual». Su sorpresa fue mayúscula cuando le comunicaron que había quedado aceptada, y que uno de los intérpretes habían sido designados «Los Gritos», debiendo disponer él quién sería el otro.

Totalmente desconocedor del ambiente artístico, fue a una editora de discos para que lo aconsejaran a quién designar, y al pedirle el director artístico que le entonara la canción para conocerla este le dijo ¡Siga mi consejo, e interprétela usted mismo en Benidorm!»

En la entrevista que sostuve con él posteriormente, manifestó su alegría por haber triunfado, diciendo:

«Lo que más se alegra de este triunfo es el hecho de que me permitirá ir a Chile, al Festival de Viña del Mar. ¡Lo que la desgracia me impidió conseguir con el fútbol, me lo otorga ahora la música! En vez de tomar contacto con los chilenos en el Estadio Nacional, lo hare en la Quinta Vergara».

Y ya podrán apreciar personalmente, quienes concurran al próximo Festival de la Canción de Viña del Mar, las grandes condiciones humanas y artísticas que adornan al flamante vencedor de Benidorm.

( EXTRACTO REVISTA RITMO N°156 – AGOSTO 1968)